jueves, 22 de mayo de 2014

Los lazos invisibles



Los lazos invisibles

 

Querid@s tod@s,

No son  los lazos de sangre. Los genes hacen que se tenga parecido físico y a veces, también en el carácter. Sólo eso.  Esos lazos genéticos, de sangre, existen, claro, pero no unen. Hay muchas familias que se tratan, se encuentran en las fiestas, los cumpleaños, comidas familiares, funerales… y no están unidas.

Pero también existen unos  lazos invisibles, muy sutiles, pero que unen fuerte, fuerte.  No se ven, si no son necesarios, pueden pasar años completamente inadvertidos.  Aunque no  se notan, están ahí,  ya lo creo que están.  Cuando hacen falta, sacan su fortaleza y crean una especie de red, en la que uno se apoya  y no se cae.  Aparecen sin llamarlos, como si nada. No sé si vosotros lo habéis vivido, yo sí, yo tengo esos lazos que me apoyan y me sujetan, no me caigo. Yo ya sabía que esos lazos existían, pero ahora, que los necesito, compruebo que son muy  fuertes, mucho más de lo que imaginaba.

Mirad  con atención la foto de arriba, esas niñas tan puestecitas posando  para el fotógrafo (entonces eso era todo un evento), era  una época gris, pero en esas niñas había luz, una luz intensa que creó esos lazos invisibles. Han pasado casi cincuenta  años, la luz peina bastantes canas y tiene algunos achaques, se  ha hecho más plateada  y los lazos se han hecho tan fuertes como las raíces de un árbol centenario y tan flexibles como una hierba de primavera…  Hubo quien los tejió, claro…, de tal palo, tal astilla.

La existencia de esos lazos invisibles es lo más valioso que una persona puede tener, hacen que la vida, sea cual sea la situación, merezca  la pena. Unas veces toca apoyarse en ellos y otras, tejer y apoyar por nuestra parte.

Todos pasamos por épocas mejores  y peores. Muchas veces, erróneamente, consideramos que las dificultades  económicas hacen las épocas malas, pero si una descubre la existencia de ese tejido de lazos invisibles tan fuertes,  sólo es una época de tránsito, de inventiva  constante, una aventura vibrante que potencia la iniciativa y la imaginación y es de de todo menos aburrida.

Os deseo sinceramente que podáis disfrutar de un tejido fuerte de lazos invisibles. Comprobaréis cómo la especie humana tiene mucho de bueno, aunque a veces, cueste trabajo creerlo.

A toda la comunidad de La Sal, y de forma muy especial a esas tres niñas del frente de la foto, desde el fondo de mi corazón, un beso muy fuerte,

Pepa
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